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PLEGARIA DE PENTECOSTÉS

Ven, Espíritu de Dios, Madre de ternura… cuéntanos la historia de Dios.
Ven, Espíritu de Dios, Viento de compasión… protege bajo tu manto a todos los pobres de la tierra.
Ven, Espíritu de Dios, Fuego siempre encendido… haz que todos los pueblos conozcan el sabor del pan,  que lo coman en paz y lo compartan en justicia.
Ven, Espíritu de Dios, Árbol plantado a lo largo del río… haz que todas las religiones del mundo revelen el rostro de Dios, en su diversidad de matices y colores.
Ven, Espíritu de Dios, Mirada de Cristo Resucitado… haz que todas las Iglesias, en un nuevo Pentecostés, sigan proclamando la Palabra que nos cura y nos libera.
Ven, Espíritu de Dios, Pies de todo caminante y peregrino… haz que ninguno se sienta ya extranjero que todo hombre y mujer caminen en libertad como buscadores del Absoluto.
Ven, Espíritu de Dios, Soplo de consuelo y esperanza, cuida de nuestros ancianos, que nunca se queden solos; cuida de nuestros jóvenes, que no se trunquen sus sueños; cuida de nuestra comunidad, que sea un espacio de contemplación y misericordia para todos los que buscan el rostro de Dios y el rostro del hombre.
Amén.


MANOS MANCHADAS

Ayer en la celebración del jueves santo nos fijábamos en tus manos Jesús. En tus manos benditas, divinas. Unas manos que fueron creadas nada más que para amar. Unas manos que se pusieron a lavar los sucios pies de sus discípulos. Unas manos que partieron el pan y que ofrecieron el cáliz. Manos de misericordia.

Por la noche nos fijamos en tus manos suplicantes en Getsemaní. Manos sufridas, temblorosas. Manos que hicieron un acto de confianza.

Hoy hemos contemplado como tus benditas manos fueron traspasadas por los clavos. Hoy fijamos nuestra mirada en tus manos muertas en la cruz. Manos llenas de sangre. Manos que ya no se mueven, que no tienen vida. Esas manos que quedaron abiertas, como abiertas siempre estuvieron para socorrer al pobre. Las manos del hijo de Dios que los hijos de los hombres traspasaron.

Tus enemigos, los que querían acabar contigo. Los que creían conocer a Dios, no podían aceptar que el hijo de Dios viniera a ensuciarse las manos ayudando al hombre. Que Dios se manchara de barro las manos para curar al ciego. Que Dios se contaminara tocando a un leproso. Que Dios se ensuciara lavando los pies a sus discípulos.

No. Dios no puede ser así. Dios tiene que tener las manos puras, limpias. Jesús no puede ser Dios. Dios no puede tener las manos sucias e impuras. Jesús es un blasfemo y merece morir. Bastante ha molestado ya. Bastante ha soliviantado al pueblo. Esas manos sucias e impuras deben ser clavadas en la cruz, deben desaparecer en un sepulcro.

¿Así te pagamos tanto amor? ¿Así te respondimos ante tanta ternura y misericordia? Si eso hicieron con el hijo de Dios, ¿qué no harán con los hijos de los hombres?

El viernes santo, en la pasión y muerte del Señor Jesús, todos tuvieron las manos manchadas. Nadie tiene las manos puras y limpias.

Poncio Pilatos se quería lavar las manos para no ser responsable de la muerte de Jesús. Él que podía evitar la muerte del inocente soltó al culpable. Se creía que tenía el poder, pero lo que tenía era miedo y cobardía. Manos cobardes e indiferentes a la justicia.

¡Cuántos poncios pilatos hoy! Nuestros dirigentes de Europa se lavan las manos ante el drama de los refugiados. No es nuestro problema. Aquí no caben, no los queremos. Que se vuelvan a Turquía. Nosotros nos lavamos las manos.

Ellos son responsables de cada una de las muertes de estas pobres criaturas. Como lo fue Poncio Pilato de la muerte de Jesús.

Ante el drama del hambre en el mundo, de la injusticia, de la pobreza, nos lavamos las manos. No es nuestro problema. No podemos hacer nada. Justificamos lo injustificable. Justificamos la cruz.

Los dirigentes del pueblo, los soldados, y todos los que participaron en la muerte de Jesús, se mancharon las manos de sangre. Con la sangre del inocente, del justo, del pacífico. Manos asesinas, crueles, inmisericordes. Como las de los terroristas que explotan una bomba en un tren lleno de gente. Como la de los gobernantes que bombardean una ciudad, un pueblo. Como la de los hombres que matan a su mujer. ¡Tantas manos manchadas de sangre!

Las manos de Judas y de Pedro se mancharon por la infidelidad. Manos que un día te amaron, hoy te traicionan, niegan conocerte. La decepción, el miedo, la mezquindad, el egoísmo. Tantas y tantas actitudes que hacen tanto daño. Que parten tantos corazones. Tantas familias. Manos manchadas, manos frágiles que no son capaces de mantener una promesa, de asumir riesgos, de decir la verdad.

En la pasión todos se mancharon las manos. El cireneo se manchó las manos con la sangre de la cruz de Jesús. La cruz que le ayudó a llevar. Como el buen samaritano se manchó las manos al ayudar al herido al borde del camino. Las manos misericordiosas siempre se manchan. La misericordia mancha. Benditas manos solidarias. Benditas manos manchadas por ayudar a otro a llevar la cruz. Las manos de la misericordia hacen que este mundo sea menos cruel. Alivian muchos sufrimientos y pasiones hoy.

Las manos de las mujeres también se mancharon con la sangre de Jesús. Las manos de María se mancharon cuando pusieron el cuerpo de su hijo sobre ella, sobre el regazo de una madre. Las manos que se ensucian haciendo la comida. Limpiando la casa. Aseando a un enfermo o una persona mayor. Manos de mujer. Benditas manos.

Las manos de José de Arimatea también se mancharon. Él recogió el cuerpo masacrado de Jesús y le dio sepultura. Son las manos del hombre justo, las manos honestan. Las manos valientes para decir la verdad y actuar en consecuencia. Las manos fieles que se manchan, que se implican, que solucionan los problemas.

Todas las manos están manchadas. Las mías y las tuyas. Pero lo importante es saber de qué están manchadas. Que nuestras manos nunca se manchen por la violencia, por el miedo, por indiferencia. Que se manchen por la misericordia, por el perdón, por la solidaridad, por la honestidad y la justicia.


Como las de Jesús. Como las de Dios. Como esas manos que siempre están abiertas, hasta en la cruz. 

EN EL DÍA DEL DOMUND, ORACIÓN POR LA MISIÓN DE LA PARROQUIA SAN RAFAEL (GETAFE)

ORACIÓN POR LA MISIÓN

Dios y Padre nuestro,
urgidos por la llamada
de tu Hijo,
nos ponemos en camino
para celebrar esta
MISIÓN PARROQUIAL.

Envía tu Espíritu Santo
y abre las puertas
de nuestra comunidad.

Danos valentía y humildad
para salir al encuentro
de todas las personas
de nuestro barrio,
especialmente
de los más necesitados.

Ayúdanos a compartir
sus alegrías y esperanzas,
sus tristezas y dolores,
acogiendo la vida
de nuestros hermanos.

Que la alegría de la fe,
el gozo de la esperanza
y el impulso de la caridad
guíen nuestras palabras
y acciones para ser misioneros
de tu Amor.

En tus manos ponemos
esta MISIÓN PARROQUIAL
y por intercesión de Ntra. Sra.
De los Ángeles
y de San Rafael Arcángel,
te pedimos que dé
frutos abundantes.

Renueva nuestra fe
para responder con generosidad
a tu envío misionero:
“Id al mundo entero
y anunciad el Evangelio.”

AMÉN



ORACIÓN DEL PAPA FRANCISCO EN LA ENCÍCLICA LAUDATO SI'

ORACIÓN POR NUESTRA TIERRA

Dios omnipotente,
que estás presente en todo el universo
y en la más pequeña de tus criaturas,
Tú, que rodeas con tu ternura todo lo que existe, derrama en nosotros la fuerza de tu amor para que cuidemos la vida y la belleza.

Inúndanos de paz,
para que vivamos como hermanos y hermanas sin dañar a nadie.

Dios de los pobres,
ayúdanos a rescatar
a los abandonados y olvidados de esta tierra
que tanto valen a tus ojos.

Sana nuestras vidas,
para que seamos protectores del mundo
y no depredadores,
para que sembremos hermosura
y no contaminación y destrucción.

Toca los corazones
de los que buscan sólo beneficios
a costa de los pobres y de la tierra.

Enséñanos a descubrir el valor de cada cosa,
a contemplar admirados,
a reconocer que estamos profundamente unidos
con todas las criaturas
en nuestro camino hacia tu luz infinita.

Gracias porque estás con nosotros todos los días.
Aliéntanos, por favor, en nuestra lucha
por la justicia, el amor y la paz.


INVOCACIÓN AL ESPÍRITU

Ven Espíritu Santo. Despierta nuestra fe débil, pequeña y vacilante. Enséñanos a vivir confiando en el amor insondable de Dios nuestro Padre a todos sus hijos e hijas, estén dentro o fuera de tu Iglesia. Si se apaga esta fe en nuestros corazones, pronto morirá también en nuestras comunidades e iglesias.

Ven Espíritu Santo. Haz que Jesús ocupe el centro de tu Iglesia. Que nada ni nadie lo suplante ni oscurezca. No vivas entre nosotros sin atraernos hacia su Evangelio y sin convertirnos a su seguimiento. Que no huyamos de su Palabra, ni nos desviemos de su mandato del amor. Que no se pierda en el mundo su memoria.

Ven Espíritu Santo. Abre nuestros oídos para escuchar tus llamadas, las que nos llegan hoy, desde los interrogantes, sufrimientos, conflictos y contradicciones de los hombres y mujeres de nuestros días. Haznos vivir abiertos a tu poder para engendrar la fe nueva que necesita esta sociedad nueva. Que, en tu Iglesia, vivamos más atentos a lo que nace que a lo que muere, con el corazón sostenido por la esperanza y no minado por la nostalgia.

Ven Espíritu Santo y purifica el corazón de tu Iglesia. Pon verdad entre nosotros. Enséñanos a reconocer nuestros pecados y limitaciones. Recuérdanos que somos como todos: frágiles, mediocres y pecadores. Libéranos de nuestra arrogancia y falsa seguridad. Haz que aprendamos a caminar entre los hombres con más verdad y humildad.

Ven Espíritu Santo. Enséñanos a mirar de manera nueva la vida, el mundo y, sobre todo, a las personas. Que aprendamos a mirar como Jesús miraba a los que sufren, los que lloran, los que caen, los que viven solos y olvidados. Si cambia nuestra mirada, cambiará también el corazón y el rostro de tu Iglesia. Los discípulos de Jesús irradiaremos mejor su cercanía, su comprensión y solidaridad hacia los más necesitados. Nos pareceremos más a nuestro Maestro y Señor.

Ven Espíritu Santo. Haz de nosotros una Iglesia de puertas abiertas, corazón compasivo y esperanza contagiosa. Que nada ni nadie nos distraiga o desvíe del proyecto de Jesús: hacer un mundo más justo y digno, más amable y dichoso, abriendo caminos al reino de Dios.
José Antonio Pagola

¡TANTO AMA DIOS AL MUNDO...!

Más de lo que podemos soñar y desear,
más de lo que podemos anhelar y esperar,
nos amas Tú.
Más de lo que nadie nos ha amado y amará,
más de lo que somos capaces de amar,
nos amas Tú.
Nuestra vida, desde el vientre materno,
es una historia de amor
que penetra y fecunda
todos los rincones de nuestro ser
haciéndonos vivir, crecer y madurar
a ritmo de más humanidad.
Y, día a día, el manantial de tu amor
se desborda y riega nuestro espíritu,
nuestros sueños y proyectos,
nuestros sentidos y tiempo,
manteniéndonos lúcidos
en la travesía del desierto.
La creación entera siente tu amor
y, a veces, gime y, otras, canta agradecida
porque en sus dolores de parto
se siente acompañada y realizada,
con luz en su horizonte
y esperanza renovada en tus brazos.
Las cruces que encontramos en el camino,
a lo largo de las estaciones y años,
nos ofrecen luz y vida,
nos liberan de cárceles y condenas,
de desengaños y tinieblas,
porque Tú estás en ellas.
Tanto nos amas Tú
que, a pesar de las noches y oasis,
somos personas que alzamos la vista
y miramos con esperanza,
fijos los ojos en Jesús,
iniciador y meta de nuestra aventura.
Y nuestro caminar, hasta llegar a tu regazo,
será una historia de amor
llena de sorpresas y encuentros,
de lágrimas, dudas y gozos
que nos harán madurar
como hij@s con espíritu
para vivir liberad@s la fraternidad.
¡Cómo brilla tu luz en nuestra oscuridad
al amarnos como nadie sabe amar!
Florentino Ulibarri

TABOR DE CADA DÍA


Cuando te has olvidado de ti mismo,
cuando te has agotado en el servicio a los últimos,
cuando has vencido la tentación de cualquier apego,
cuando has aceptado el sufrimiento como compañero,
cuando has sabido perder,
cuando ya no pretendes ganar,
cuando has compartido lo que tú necesitabas,
cuando te has arriesgado por el pobre,
cuando has enjugado las lágrimas del inocente,
cuando has rescatado a alguien de su infierno,
cuando te has introducido en el corazón del mundo,
cuando has puesto tu voluntad en las manos de Dios,
cuando te has purificado de tu orgullo,
cuando te has vaciado de tanto acopio superfluo,
cuando te sientes herido...
brilla en ti, gratis, la luz de Dios,
sientes su presencia irradiando frescura primaveral,
y su perfume te envuelve y reanima.
Ya no necesitas otros tesoros.
Dios te acompaña,
te habla,
te protege.
Te sientes esponjado en un mar de dicha…
Y si no estás en las nubes,
es un Tabor
que se te ofrece gratis,
para que disfrutes ya lo presente
y camines firme
y sin temor.


Ulibarri Fl.

Oración para la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado 2015


¡Qué hermosas son las ciudades que superan la desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa integración un nuevo factor de desarrollo! (Papa Francisco. La Alegría del Evangelio, 210)

Señor, tú estás presente en nuestras ciudades, en nuestros barrios, en nuestros pueblos. Nos recuerdas la belleza de los encuentros y la fraternidad que en ellos vivimos.

Ayúdanos a salir de nosotros mismos para ir al encuentro del otro, que es un reflejo de Ti.
Haz de tu Iglesia una Iglesia sin fronteras, de puertas abiertas para todo el que busca vida, sentido, fraternidad.

Haz de nuestras comunidades lugares donde cada persona, de cualquier cultura o nación, sea reconocida por lo que es, pueda expresar sus esperanzas y sus dificultades, reciba y descubra todo lo que puede dar.

Haz de nosotros testigos de tu amor y tu misericordia, como hiciste con María, madre de brazos abiertos, que acoge, acompaña, protege, guía y hace hijos libres.

Que seamos así un signo de tu Reino. Amén.

Getafe, 18 de enero de 2015

ORACIÓN Y FOTOS DE LA VIGILIA DE LA INMACULADA EN LA PARROQUIA DE SAN RAFAEL (GETAFE)

Tú eres, María, la experiencia más bella del Evangelio.

En ti Dios se ha hecho Noticia Buena para el hombre.

Eres como la luz del alba que abre camino al Sol;

eres esa estrella matutina que anuncia el día.

Eres la mujer creyente que acoge y guarda la Palabra;

la Mujer joven que entra en el plan de Dios libre y gozosa.

Eres estilo de vida, nuevo y fascinante en la historia;

eres, María, la virgen bella y fecunda de Nazareth.



Gracias, María, por tu corazón bueno y disponible.

Gracias, María, por tu corazón sincero y transparente.

Gracias, María, por tu corazón claro y luminoso.

Gracias, María, por tu corazón sencillo y humilde.

Gracias, María, por tu corazón lleno de luz y de amor.

Gracias, María, por tu corazón abierto al infinito.

Gracias, María, por tu corazón joven; sencillamente, joven.



Aquí me tienes, en busca de un camino libre de fe

Aquí me tienes, en busca de un proyecto de vida.

Aquí me tienes, en busca de Alguien en quien dar mi amor.

Aquí me tienes, en busca de semillas de alegría.

Aquí me tienes, en busca de la paz y el bien.

Aquí me tienes, en busca de un sendero de justicia.

Aquí me tienes, en busca del rostro del Dios vivo.

Aquí me tienes, en busca de la libertad perdida.



Gloria a ti, María, Casa donde Dios mora.

Gloria a ti, María, Madre de Cristo y Madre mía.

EN EL RECUERDO DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS


Devuélveles los años, los buenos y los malos.
Devuélveles las horas, que sin contar te han dado.
Devuélveles las lágrimas, las penas y la vida.
Devuélveles la vida que entera te han entregado.
Devuélveles, al menos, un gesto, una caricia.
Devuélveles un beso, una leve sonrisa.
Devuélveles la sangre, la sangre de tu sangre.
Devuélveles la casa que un día fue su casa.
Devuélveles, si puedes, sus noches y sus días.
Devuélveles despacio, sin pausas y sin prisas.
Devuélveles las lágrimas, si aciertas a contarlas.
Devuélveles las huellas marcadas en el alma.
Devuélveles, si puedes, devolverles la vida.
La vida que es fecunda, una vez entregada.

Devuélveles la vida, devuélveles la vida.

Un hombre pregunta


¿Dónde está Dios? Se ve o no se ve.
Si te tienen que decir dónde está Dios, Dios se marcha.
De nada vale que te diga que vive en tu garganta.
Que Dios está en las flores y en los granos,
en los pájaros y en las llagas,
en lo feo, en lo triste, en el aire, en el agua.
Dios está en el mar y a veces en el templo,
Dios está en el dolor que queda y en el viejo que pasa,
en la madre que pare y en la garrapata,
en la mujer pública y en la torre de la mezquita blanca.
Dios está en la mina y en la plaza,
es verdad que está en todas partes, pero hay que verlo,
sin preguntar que dónde está como si fuera mineral o planta.
Quédate en silencio,
mírate la cara,
el misterio de que veas y sientas, ¿no basta?

"Dadles vosotros de comer" (Mt 14, 13-21)



Para creer en ti
hay que tener hambre,
pues vives en el pan tierno
que se rompe y comparte
en cualquier casa, mesa y cruce,
entre hermanos, desconocidos y caminantes.

Para creer en ti
hay que tener hambre,
pues tú eres banquete de pobres, 
botín de mendigos que, vacíos,
sin campos ni graneros,
descubren que son ricos.

Para creer en ti
hay que tener hambre,
hambre de vida y justicia
que no queda satisfecha
con vanas, huecas palabras,
pues aunque nos sorprendan y capten,
no nos alimentan ni satisfacen.

Para creer en ti
hay que tener hambre,
pues sin ella olvidamos fácilmente
a los dos tercios que la tienen,
entre los que tú andas perdido
porque son los que más te atraen.

Para creer en ti
hay que tener hambre,
y mantener despierto el deseo
de otro pan diferente al que nos venden
en mercados, plazas y encuentros
donde todo se compra y vende.

Para creer en ti
hay que tener hambre
y, a veces, atragantarse al oírte
para descubrir la novedad
de tu presencia y mensaje
en este mundo sin ilusiones.

Para creer en ti
hay que encarnarse,
vivir entre los pobres,
tener muchas ganas  de compartir
los cinco panes y dos peces
y todas las ilusiones y necesidades.

Florentino Ulibarri

SERVIR


Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú.
Donde haya un error que enmendar, enmiéndalo tú.
Donde haya un esfuerzo que todos esquiven,
acéptalo tú.
Sé el que apartó del camino la piedra,
el odio de los corazones,
y las dificultades del problema.
Hay la alegría de ser justo,
pero hay, sobre todo, la inmensa alegría de servir.
Qué triste sería el mundo
si todo en él estuviera hecho,
si no hubiera un rosal que plantar,
una empresa que emprender...
No caigas en el error de que sólo se hacen méritos
con los grandes trabajos.
Hay pequeños servicios que nos hacen grandes:
poner una mesa, ordenar unos libros,
peinar a una niña...
El servir no es una faena de seres inferiores.
Dios, que es el fruto y la luz, sirve.
Y me pregunta cada día: ¿Serviste hoy?                                                                  
Gloria Fuertes

DICHOSO EL QUE SE ENCUENTRA CONTIGO.

Dichoso el que tropieza contigo.
Dichoso el que te encuentra y te descubre.
En cualquier recodo, en cualquier encrucijada, 
en los lugares más insospechados,
te haces el encontradizo con él y le das la gran sorpresa.
Tú le seduces, y él lo vende todo para poseerte.
¡Dichoso ese hombre! ¡Dichosa esa mujer!
Dichoso el que no se acomoda, y te sigue encontrando más veces.
Todos los días, a cualquier hora...
Te ve y te reconoce, siente un sobresalto como la primera vez.
Dichoso el que tropieza contigo y te descubre.
La mayor ganancia eres Tú. La perla más preciosa eres Tú.
El tesoro más deseado eres Tú.
Todo lo que buscamos lo llevas Tú: verdad, justicia, amor, paz, alegría, fiesta, revolución, fraternidad, solidaridad, vida nueva, nueva sociedad, nueva humanidad.
Tú no te pierdes ni te gastas, no te apolillas ni pasas de moda.
Vale la pena venderlo todo para tenerte y gozarte.
¡Ojalá me busques y me seduzcas!
¡Ojalá te encuentre!
Pensándolo me alegro y proclamo en todos los sitios:
¡Tú eres el tesoro de mi vida!
                                 

Patxi Loidi

EN LA FIESTA DE LA TRINIDAD SANTA:

Sé que las imágenes pueden confundirme
y hasta engañarme.
Sé que los nombres no alcanzan a decirte
por mucho que los ajuste.
Sé que los sueños más hermosos
son proyecciones.
Sé que las palabras se quedan cortas
en todas sus expresiones.

Y, a pesar de ello,
te imagino,
te nombro,
te sueño,
y te hago palabra e imagen
para conocerte,
porque Tú eres el que quiere revelarse
en esas pobres mediaciones.

Como Padre,
tu querer es siempre amor
y da la vida
–el espacio, el aire, el cuerpo–
a todo lo creado,
a nosotros también,
aunque no lo sepamos,
desde el principio de los tiempos,
pasando por nuestros días,
hasta la eternidad.

Como Hijo
viniste a nuestro encuentro
y te hiciste como nosotros;
tu palabra es vida
que ayuda y consuela al hermano;
te haces carne para el hambriento
y bebida para el sediento;
santificas y alegras nuestros pasos
y eres viático en nuestro vagar
hacia la eternidad.

Como Espíritu,
tu presencia nos acompaña
y es luz y sombra,
fuego y brisa
que empuja la historia,
y a todos nosotros,
hacia la plenitud,
dándonos paz, justicia, verdad y amor
día a día;
de ella surge la eternidad.

Tanto nos amas
que eres Trinidad,
Dios abierto y entregado
sin reservas.
Lo creo,
lo siento,
lo sé.


Florentino Ulibarri

ESPÍRITU DE VIDA

Te bendecimos, Espíritu creador,
fuente de vida y novedad,
dador de identidad cristiana y libertad, que renuevas constantemente la faz en la tierra.

Te glorificamos, Espíritu del pueblo y de los profetas, huésped inquieto, sabiduría de Dios, fuerza creadora de la historia, promesa de justicia, solidaridad y paz.

Te ensalzamos, don de Dios,
irresistible presencia de liberación,
que haces de cada pueblo y nación,
de cada familia y comunidad,
de cada hombre y mujer,
una zona liberada del Reino de Dios.

Reconocemos tu presencia en el reverso de la historia
y en el corazón de nuestro mundo:
en la esperanza de los pobres, en el ansia de libertad,
en la lucha por la justicia, en el grito de los oprimidos,
en la defensa de los derechos humanos, en cada alegría, 
conquista y anhelo de este largo caminar hacia la plenitud del Reino.

¡Bienvenido, Espíritu, a nuestro mundo y a nuestra casa!

(Florentino Ulbarri)

QUE NUESTRA ASCENSIÓN SEA:


Romper cadenas de injusticia y muerte.
Derribar toda tapia y todo muro.
Rescatar al cautivo de su infierno inmerecido.
Ir de samaritanos por la vida.
Mostrar los caminos ascendentes hasta Dios.
Encender y poner al alma en vilo.
Ofrecer razones de esperanza.
Despertar el instinto creativo.
Interpretar los signos de los tiempos.
Poner el corazón en las estrellas.
Batir record de altura cada día
conscientes de que el Padre/Madre nos espera.

EL DÍA DE LA PASCUA DEL ENFERMO

AL CRISTO DEL CALVARIO:

En esta tarde, Cristo del Calvario,
vine a rogarte por mi carne enferma;
pero al verte, mis ojos van y vienen
de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,
cuando veo los tuyos destrozados?
¿Cómo mostrarte mis manos vacías,
cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,
cuando en la cruz alzado y solo estás?
¿Cómo explicarte que no tengo amor,
cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada;
huyeron de mí todas mis dolencias.
El ímpetu del ruego que traía
se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada,
estar aquí, junto a tu imagen muerta,
ir aprendiendo que el dolor es solo
la llave santa de tu santa puerta. Amén.

GABRIELA MISTRAL



"Yo soy el CAMINO, la VERDAD y la VIDA" (Jn 14, 6)


Me esfuerzo y Él me dice: ¡perdona!
Tengo miedo y Él me dice: ¡ánimo!
Dudo y Él me dice: ¡confía!
Me siento angustiado y Él me dice: ¡tranquilo!
Prefiero estar solo y Él me dice: ¡ven y sígueme!

Fabrico planes y Él me dice: ¡déjalos!
Busco bienes materiales y Él me dice: ¡despréndete!
Quiero seguridad y Él me dice: ¡no te prometo nada!
Quiero vivir y Él me dice: ¡da tu vida!

Quiero ser bueno y Él me dice: ¡no es suficiente!
Quiero ser jefe y Él me dice: ¡sirve!
Quiero mandar y Él me dice: ¡obedece!
Quiero comprender y Él me dice: ¡cree!

Quiero claridad y Él me habla en parábolas.
Quiero violencia y Él me habla de paz.
Saco la espada y Él me dice: ¡guárdala!
Pienso en venganza y Él me dice: ¡presenta la otra mejilla!

Habla de paz y Él me dice: ¡he venido a traer fuego a la tierra!
Quiero esconderme y Él me dice: ¡muestra tu luz!
Busco el primer puesto y Él me dice: ¡siéntate en el último lugar!
Quiero ser visto y Él me dice: ¡reza en lo escondido!

¡No! No entiendo a este Jesús.
Me provoca. Me confunde.
Al igual que tantos de sus discípulos,
también yo quisiera hallar otro maestro
que fuera más claro y que exigiera menos.
Pero me sucede lo que a Pedro:
no conozco a nadie que tenga como Él,

PALABRAS DE VIDA ETERNA.

ORACIÓN POR LAS VOCACIONES DE LOS HIJOS DE LA CARIDAD

Señor, Tú que nos has llamado a participar de la familia 
de los Hijos de la Caridad, para entregarnos en 
incondicional dedicación a los pobres y trabajadores, 
e ir compartiendo tu amor entre los excluidos.

Nos dirigimos a ti para que suscites entre los jóvenes,  
vocaciones que nos permitan continuar la misión que 
la Iglesia nos ha encomendado.

Danos para ellos la capacidad de amar como tú amas, 
pensar como tú piensas y sentir como tú sientes.

Ilumina a muchos jóvenes para que siguiendo a Jesús 
Buen Pastor en el carisma de los Hijos de la Caridad, 
puedan ser fieles a tu seguimiento.

Así como a María danos la capacidad de decir Sí al 
Señor y de seguirte radicalmente.

Te lo pedimos por Jesucristo Nuestro Señor.

Amén.