¡Qué hermosas son las ciudades que superan la
desconfianza enfermiza e integran a los diferentes, y que hacen de esa
integración un nuevo factor de desarrollo! (Papa Francisco. La Alegría del
Evangelio, 210)
Señor, tú
estás presente en nuestras ciudades, en nuestros barrios, en nuestros pueblos.
Nos recuerdas la belleza de los encuentros y la fraternidad que en ellos
vivimos.
Ayúdanos a
salir de nosotros mismos para ir al encuentro del otro, que es un reflejo de Ti.
Haz de tu
Iglesia una Iglesia sin fronteras, de puertas abiertas para todo el que busca
vida, sentido, fraternidad.
Haz de
nuestras comunidades lugares donde cada persona, de cualquier cultura o nación,
sea reconocida por lo que es, pueda expresar sus esperanzas y sus dificultades,
reciba y descubra todo lo que puede dar.
Haz de
nosotros testigos de tu amor y tu misericordia, como hiciste con María, madre
de brazos abiertos, que acoge, acompaña, protege, guía y hace hijos libres.
Que seamos así
un signo de tu Reino. Amén.
Getafe, 18 de enero de 2015