EL VERBO SE HIZO OBRERO.
Sermón del P. Anizan el día de Navidad en Charonne (entre 1887-1894).
¡Ah si el Mesías, si Cristo, hubiera sido un glorioso
Monarca, un gran general, un brillante filósofo, quizás hubieran aceptado
honrarle y adorarle, pero inclinarse ante un obrero, ante una especie de
esclavo, jamás!
Desde el momento en que el Hijo de Dios apareció como un
obrero, suscitó el desprecio y el odio de los reyes, de los fariseos, de los
sabios, de los doctores… Murió, fue crucificado, pero es igualmente cierto que
el Hijo de Dios fue un obrero, y que cuando el mundo se convirtiera vería y
adoraría a su Mesías y a su Dios bajo la figura de un obrero…
Queridos amigos, ¿comprenden ustedes la revolución que
este solo hecho ha supuesto? Nos preguntamos a menudo cuándo comenzó este
movimiento de restauración del obrero, tan antiguo se diga lo que se diga, y
con tantos siglos de historia. Empezó el día en que el Hijo de Dios se hizo
obrero.
No hemos de extrañarnos entonces de que los apóstoles se
hayan gloriado de trabajar con sus manos, ni extrañarnos de que la Iglesia tomara
bajo su protección a los obreros, en los que veía la imagen de su Dios, y de
que haya trabajado para agruparles y para que unidos sean más fuertes… La
explicación está en Jesús obrero. Es él quien ha cambiado las ideas, el que ha
inspirado esas instituciones…
¡Sí, gloria a Jesús que se ha hecho obrero! Pero, no es
solo la gloria del obrero, sino su protector, su modelo, y él será su recompensa…