MANOS CURADAS

“Les enseñó las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.” Hasta que Jesús no les enseña las heridas de la pasión, los discípulos no son capaces de reconocerle. Qué impacto provocaría en ellos ver aquellas manos curadas. Ellos que de lejos habían visto aquellas manos atravesadas por los clavos en la cruz. Los que habían visto aquellas manos muertas, con las heridas abiertas en el sepulcro. Ahora ven unas heridas curadas, unas manos resucitadas.
Todos tenemos las manos heridas. Todos estamos heridos. Nos herimos unos a los otros a veces sin querer y a veces queriendo. Pero las heridas se curan, aunque nos queden las cicatrices, como a Jesús. Podríamos describirnos a nosotros mismos por el mapa de nuestras cicatrices, pero las interiores, las que no se ven. A veces creemos que nuestras heridas son incurables. En ocasiones estamos todo el día con el dedo en la llaga y no se curan nuestras heridas, se infectan y nos hacen sufrir sin parar.
¿Cuál es la gran noticia de la pascua? Que las heridas se pueden curar. Que las heridas de Jesús fueron curadas con su resurrección. Que aquellas benditas cicatrices de sus manos se convierten para nosotros en caminos de luz y esperanza. Que aquellas heridas curadas sanaron el corazón roto de aquellos discípulos. Que Dios es capaz de curar todas las heridas. Que desde que las heridas de Cristo fueron curadas por la resurrección todas las heridas pueden ser curadas. Sólo hay que dejarse sanar. Creer que es posible. Esto es lo difícil. Déjate curar por la MISERICORDIA.

1 comentario:

  1. Me gusta la página de los Hijos de la Caridad; gracias por los testimonios y labor de esta comunidad sacerdotal y seglar.

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