MANOS RESUCITADAS

Quiero seguir, Señor, tus pasos santos,

contemplando tus signos de alborada,

quiero poner mis manos en las tuyas,

mis sucias manos en tus manos limpias,

lávalas con la sangre y con el agua,

y que aprendan a ser como las tuyas:

las manos entrañables que curaban,

siempre abiertas, así en la cruz quedaron,

sacramentos de rosas y granadas.

Tus manos, buen Jesús, se reconocen

porque nada retienen ni acaparan,

maestras del partir y el compartir,

de convertir lo poco en abundancia.

Mis manos siempre unidas a las tuyas,

muchas manos unidas en tu gracia;

abriremos abrazos progresivos,


un contagio de vida y esperanza.

                              ¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN!

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