CONFÍA Y ENTREGA LA VIDA
Contemplar a Jesús en su pasión y muerte hace que broten en
nosotros muchas preguntas e interrogantes. Jesús, ¿era necesario tanto dolor para cumplir
tu misión? Las mismas preguntas que brotan cada día al escuchar las noticias,
en las que nunca faltan dramas y calamidades. Señor, ¿por qué tanto dolor en el
mundo en el que vivimos?
Estas eran las preguntas que Jesús se hacía en el huerto de
los olivos, en Getsemaní. Aquella noche Jesús no obtuvo respuestas, sólo una
invitación: “Confía y entrega la vida.” Y en aquel lugar, tras orar postrado en
tierra tres veces, Jesús encontró la fuerza para cargar con la cruz.
En una ocasión, cuando Jesús se estaba despidiendo de sus
discípulos les dijo estas palabras: “Os aseguro que si el grano de trigo no cae
en tierra y muere queda infecundo, pero si muere da mucho fruto.”
¿Cómo creer que de un pequeño grano, cuando se sepulta en la
tierra y muere, brotará la vida y se convertirá en un gran árbol? ¿Cómo creer
que la muerte de Jesús es el comienzo de una nueva vida? ¿Cómo pueden tener un
valor redentor el sufrimiento y la muerte?
La vida de Jesús fue insignificante, como una pequeña
semilla de trigo. Pero Jesús en el momento de su muerte ofreció eso poco que
llevaba, dejó enterrar aquella pequeña semilla, y de ella brotó la vida nueva.
Cuando te invada el miedo ante el dolor o el sufrimiento
propio o ajeno, entierra esa semilla del miedo y Dios la transformará en
confianza.
Cuando hayas fracasado y te sientas frustrado y culpable, entierra
esa semilla y Dios la transformará en perdón y nueva oportunidad.
Cuando pienses que no vales nada, que tu vida no tiene
valor, entrégasela a Dios, porque para
Él tu vida es preciosa.
Cuando te sientas cansado y ya no puedas más, pon en sus
manos esa semilla y Dios te sostendrán.
Cuando te abrume el dolor del inocente, la muerte y el
desamparo de tantos, pon todo ese dolor en sus manos y él lo transformará en
consuelo.
Y cuando sientas la tentación de guardarte tu semilla.
Cuando no quieras entregarla por amor.
Recuerda que si la semilla no cae en tierra
y muere no sirve para lo que se creó, para dar fruto, para dar vida. Como la de
Jesús.
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