" Todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado" (Lc 18,14)


¡AYÚDAME, SEÑOR!


Ayúdame Señor, 
a saber esperar sin desmoralizarme, 
a saber escuchar sin cansarme,
a acoger con bondad,
a dar con amor,
a estar siempre ahí
cuando alguien me necesite.

Ayúdame a ser esa presencia segura
a la que siempre se puede acudir,
a ofrecer esa amistad que pacifica,
que enriquece, a través de ti y en ti,
a transmitir una paz gozosa,
tu paz en mi alma, Señor,
a estar a la vez totalmente centrado en ti
y disponible y acogedor para los otros.

Que tu pensamiento no me abandone nunca,
para poder permanecer siempre en tu verdad
y no faltar a tu Mandamiento.
Así, sin hacer nada extraordinario,
sin vanagloria, quizás pueda ayudar a los otros
a sentir tu cercanía, porque mi alma te abrirá
sus puertas a cada instante.

André Devos (Hijo de la Caridad)