Debo confesaros, que hubo un tiempo cuando era más joven, que la verdad, creía poco en esto de la Cuaresma, pero como el tiempo cada vez voy descubriendo más que necesitamos de estos tiempos para renovar, actualizar, avivar nuestra fe, para que nuestra fe no se vuelva sosa, ni se apague.
Sería bueno mantener como un hilo conductor durante estos cuarenta días que comenzamos el miércoles con la humildad, que significa la ceniza. Y el Evangelio de ese día nos recuerda cuales son los ejes, los ejercicios de este tiempo: El compartir, dar de ti a los demás que es la limosna, la oración que es la relación con Dios, y el ayuno abstenernos de aquello que no nos hace bien, para crecer en libertad.
El viernes en la reunión de la Joc, con Roberto, Gabriel y Jaime trabajamos este Evangelio. Nos preguntamos para qué esos medios, cuál es la finalidad,… Jaime dijo “para tener un modo de vida” “una manera de vivir” al estilo de Jesús hoy. Eso es lo importante que nuestro estilo de vida se parezca al de Jesús.
El evangelio de este primer domingo de cuaresma de la mano de Jesús nos plantea algo tan humano como son las tentaciones. A través de un texto que es simbólico, para decirnos de manera resumida las tentaciones que vivió Jesús durante toda su vida, los cuarenta días significa eso toda la vida. Esas tentaciones se recogen en tres: dinero, poder, prestigio. Fueron las tentaciones de Jesús y son las nuestras también.
La cuestión está, el meollo es ¿Cómo resistió Jesús las tentaciones? ¿Por qué no calló en ellas? ¿Por qué no se doblego? ¿Cómo gano esa lucha permanente que son las tentaciones? Esas mentiras que son las tentaciones que el dinero, el poder, el prestigio nos darán la salvación, la vida plena…
Hay que volver a Jesús, en su vida está la respuesta. Y encontramos tres medios para poder vender las tentaciones nosotros también.
Hay que volver a Jesús, en su vida está la respuesta. Y encontramos tres medios para poder vender las tentaciones nosotros también.
Dicen los Evangelios que Jesús pasaba mucho tiempo con el Padre, Abba, en soledad, en silencio, durante el día y al noche. Su vida no se explica sin esa inseparable relación. La tentación se vence en la oración, en esa relación profunda con Dios Padre.
No fue por la vida solo, siempre se le ve acompañado en grupo, en comunidad, rodeado de gente, acompañado, y acompañando. Necesitamos a la comunidad para vencer la tentación, el estímulo y el ejemplo de los otros. El acompañamiento.
Su apuesta por los pobre, los necesitados, siendo uno de ellos. “No tenía siquiera donde reclinar la cabeza.” Jesús no se doblega ante el tentador, no se arrodilla ante nadie, excepto ante el pobre. El último día de su vida se arrodilla para lavar los pies de sus discípulos.
De ahí que le brote del corazón ante las tentaciones: “No solo de pan vive el hombre, sino de la palabra que sale de la boca de Dios”. “Solo al Señor, tu Dios adorarás y a él solo darás culto” y ya sabemos que el culto, que Dios quiere es que el hombre viva y lo haga dignamente.
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