Que
tu mirada gane en hondura y detalle para que puedas ver más claramente tu
propio viaje con toda la humanidad como un viaje de paz, unidad y esperanza.
Que
seas consciente de todos los lugares por los que caminas y vas a caminar en el
nuevo año, y que conozcas, por experiencia, qué bellos son los pies del
mensajero que anuncia la buena noticia.
Que des la bienvenida con una sonrisa a todos los que estrechan tu mano: las manos extendidas forman redes de solidaridad que alegran y enriquecen con su presencia protectora.
Que
sea tuyo el regalo de todas las cosas creadas; que sepas disfrutarlas a todas
las horas del día; y que te enfrentes, con valentía y entusiasmo, a la
responsabilidad de cuidar la tierra entera.
Que
el manantial de la ternura y la compasión mane sin parar dentro de ti, noche y
día, hasta que puedas probar los gozos y las lágrimas de quienes caminan junto
a ti, tus hermanos.
Que
despiertes cada mañana sereno y con brío, con la acción de gracias en tus labios
y en tu corazón, y que tus palabras y tus hechos, pequeños o grandes, proclamen que todo es gracia, que todo es
don.
Que
tu espíritu esté abierto y alerta para descubrir el querer de Dios en todo
momento; y que tu oración sea encuentro de vida, de sabiduría y de
entendimiento de los caminos de Dios para ti.
Que
tu vida este año, cual levadura evangélica, se mezcle sin miedo con la masa y
haga fermentar este mundo en el que vivimos, para que sea realmente nuevo y
tierno.
Y
que la bendición de Dios que sale a tu encuentro, que es tu roca, tu refugio,
tu fuerza, tu consuelo y tu apoyo en todo momento, lo invoques o no, descienda
sobre ti y te guarde de todo mal.
Ulibarri, Fl