CLAUSURA DEL CENTENARIO DE LOS
HIJOS DE LA CARIDAD
Como
saben los que nos conocen, este año hemos celebrado los cien años de nuestra
fundación (Clichy, Francia, 25 de diciembre de 1918). El 30 de noviembre,
clausuraremos en España este centenario con una eucaristía junto a amigos y
amigas (sacerdotes, religiosas, laicos) en la parroquia de San Rafael, en
Getafe (Madrid), a las 19,30h, terminando con un momento de convivencia
tomando algo. Celebración a la que todos nuestros amigos estáis invitados.
Como
preparación para esta clausura, tendremos un retiro los Hijos de la Caridad
junto con los laicos que comparten nuestra espiritualidad, la Fraternidad
Anizan, el 16 de noviembre. Daremos gracias a Dios juntos por la espiritualidad
y el carisma que nos ha transmitido nuestro fundador, Emilio Anizan, su pasión
por Dios y por el pueblo pobre y trabajador.
Oraremos
y compartiremos en torno a algo que nos trabaja mucho: ¿cómo fortalecer la
esperanza en nuestros ambientes populares, donde cunde el desánimo y la
desesperanza? ¿Cómo fortalecer esa “frágil niña”, como la llamaba Charles
Peguy? Nos unimos al deseo de
Emilio Anizan, cuando, reflexionando sobre Mt 15, 32, escribía:
“Jesús
llamó a sus discípulos y les dijo: “siento compasión de la muchedumbre…”
“¡Cómo desearía comprender y captar esta
compasión del divino salvador! ver y sentir hasta qué punto invadía e
impregnaba por entero su corazón! ¡Cómo desearía que me invadiera e impregnara
el mío!
La muchedumbre de la que aquí se habla son
las numerosas almas sencillas, los pobres, las familias de los trabajadores que
ganan el pan día a día con el sudor de su frente, los desheredados de este
mundo, los que no tienen a nadie; son ellos a los que se refiere el evangelio
de S. Mateo cuando Jesús exclama: “Y al
ver a la muchedumbre, sintió compasión de ella, porque estaban vejados y
abatidos como ovejas que no tienen pastor” (Mt. 9, 36)
Jesús tuvo compasión de esas muchedumbres.
¿Quién tiene compasión hoy?
Están ahí, como tendidas, como rebaños abandonados
y sin pastor. ¿Qué haría falta? Hacen falta hombres que amen a esas
muchedumbres, que comprendan su infortunio y su abandono espiritual, que vayan
a ellas, que les demuestren su interés y su cercanía, que se entreguen de tal
forma a ellas, que se pongan hasta tal punto al servicio y a disposición de los
trabajadores y, que pongan de tal manera a su alcance a Dios y a la religión,
en la predicación, en los oficios, en los sacramentos, en las obras, que puedan
decir de ellos: Estos son nuestros hombres,
son nuestros, solo nuestros, siempre podremos recurrir a ellos, nunca nos
rechazarán, se interesan por todo lo que nos interesa, trabajan para nosotros,
son nuestros, tenemos un pastor y un padre.”
Emilio Anizan,
Clichy (Francia), 1916
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