Cuando oímos hablar de la misión muchos nos acordamos de la famosa película. De aquellos abnegados misioneros que tantas calamidades pasaron para proponer el evangelio a aquellas gentes. Pero para la mayoría de los miembros de nuestra comunidad parroquial de San Rafael a partir de esta semana la palabra “misión” nos va a evocar una bella e intensa experiencia. Desde el jueves 11 hasta el domingo 21 de febrero hemos vivido en nuestra parroquia una misión parroquial con los misioneros redentoristas.
Hace más de una año empezamos a pensar en hacer esta misión. Cuando vino Miguel y nos explicó lo que había que hacer casi le decimos que no, que en nuestro barrio era imposible. Pero entre todos nos fuimos animando y decidimos empezar esta aventura. El mayor reto era que teníamos que visitar a todos los vecinos en sus casas para invitarles a la misión. Creíamos que muy pocos se iban a animar a hacer las visitas. Pero más de 25 personas de la parroquia se comprometieron a hacer esta tarea. Ha sido lo más difícil. Nos repartimos las calles y en parejas comenzamos. La verdad es que no nos fue muy bien. Podemos decir que el 80% de los pisos ni siquiera nos abrieron. Que no pocos no quisieron saber nada. Que la mayoría nos cogieron la información con bastante indiferencia. Fue impactante para nosotros descubrir esa enorme indiferencia hacia lo religioso, hacia la parroquia. La gente tiene miedo de abrir y es normal por las cosas que pasan. También vivimos bonitos encuentros. Muchos nos decían que estaban muy ocupados, que les gustaría participar pero que no tenían tiempo para nada. Íbamos apuntando en una hoja las personas que les interesaba un poco. Volvimos a hacer una segunda visita a esas personas. Les invitábamos a participar en una de las asambleas que se íbamos a hacer en las casas. En 6 casas del barrio.
Cuando llegó el momento de las asambleas había una gran expectación: ¿vendría alguien? Alguien vino, en unas más que en otras. Más de 80 personas en total ¿Gente desconocida? Más bien poca. Pero era bonito ver a mujeres que suelen venir a misa que estaban muy contentas compartiendo algo de su vida. Para muchas era la primera vez que participaban en una reunión.
Después de 3 días con las asambleas en los hogares vinieron las grandes celebraciones en el templo. El banquete del Reino para hablar de la Iglesia. La puerta de la misericordia para hablar de la reconciliación. Y el amor cristiano como amor solidario con los que más sufren. Todos escuchábamos atentamente a los misioneros, todos participábamos activamente en las celebraciones. Y el domingo la misa final en la que se nos animaba a que continuáramos con este impulso misionero. Con la imagen de una silla con 4 patas para hablar de un cristiano: la fe, la eucaristía, el amor solidario y el compromiso misionero.
Ha sido una semana muy intensa. Por las mañanas eucaristías muy participadas. Visitas a los enfermos. Encuentros misioneros en el colegio. Conciertos. Oraciones para jóvenes. Muchas cosas vividas.
Creo que la misión ha sido muy importante para nuestra comunidad parroquial. Nos ha ayudado a salir al encuentro de los vecinos, a acercar la parroquia a la gente del barrio. Esto nos ha hecho conocer algo mejor nuestro barrio, con sus luces y sus sombras. La misión nos ha sacado de la rutina, nos ha provocado el hacer cosas nuevas, el probar nuevos caminos. Esperamos que las asambleas en los hogares continúen, como una nueva manera de hacer presente la parroquia en los hogares y de posibilitar a la gente un espacio de encuentro y formación.
Podemos decir no hemos llegado a muchos de los que llamamos “alejados”, pero hemos descubierto que no vale solo con venir a misa, es necesario compartir algo con otros en un grupo, es necesario que todos aportemos algo en la construcción de la comunidad, que como dice el papa Francisco “La fe está viva cuando se comparte”. Hemos descubierto que todos somos misioneros.
Antonio Cano fc, sacerdote de la parroquia San Rafael.
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