¡50 AÑOS DE VIDA COMPARTIDA!

El martes 29 de septiembre, coincidiendo con la fiesta de nuestro patrón San Rafael Arcángel, comenzamos una semana de festejos para conmemorar el 50 aniversario de la creación de nuestra parroquia. En 1965, aquella pequeña ermita del barrio de la Alhóndiga pasó a convertirse en una parroquia. Rufino de Castro fue su primer párroco, hasta 1991, fecha de su muerte. Hoy la plaza en la que está la parroquia se llama Rufino de Castro, en homenaje a este buen pastor que tanta huella ha dejado entre la gente del barrio.

El martes 29 tuvimos una eucaristía de acción de gracias en la que varios miembros de nuestra comunidad dieron un testimonio expresando qué había significado la parroquia en sus vidas. Fue un bonito momento de agradecimiento. Una parroquia debe ser “como la fuente de la aldea” decía San Juan XXIII. Esa misma tarde inauguramos la exposición “50 años – 50 imágenes.”

El miércoles organizamos una mesa redonda en el centro cívico del barrio en la que intentamos responder a esta pregunta: ¿Qué ha significado la parroquia de San Rafael para el barrio de la Alhóndiga? Con cinco testimonio de las diferentes etapas de esta larga historia. Una de las frases que más se repitió fue “Qué suerte haber venido a este barrio.” Reconociendo el papel importante de la parroquia en el barrio como lugar de encuentro, de fraternidad, de ayuda y servicio.



El jueves disfrutamos de una película y el viernes de un precioso recital del grupo En Clave de Teresa de Ocaña (Toledo), en el que cantaron canciones y poemas de Santa Teresa de Jesús.

El sábado fue el día dedicado a los niños y jóvenes. Se colocó en la plaza un castillo hinchable y un futbolín humano. Además de diversos talleres. Durante toda la tarde multitud de niños y jóvenes del  barrio pudieron disfrutar de estos juegos, sorprendiéndose muchos de fueran gratis.

El domingo llegó el colofón final con la eucaristía presidida por nuestro obispo D. Joaquín, en la que nos animó a vivir este aniversario con una mirada agradecida al pasado, viviendo el presente con pasión y preparando el futuro con esperanza. La eucaristía terminó recitando juntos la oración por la misión parroquial que haremos el próximo curso, en el marco de la gran misión diocesana. Tras la eucaristía se repartió una gran paella y se terminó con una verbena en medio de la plaza.


Había mucho que celebrar, mucha vida compartida. Terminamos con el corazón agradecido y con ilusiones renovadas para afrontar el presente y preparar los próximos 50 años. 

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