Dice el evangelio de hoy: “El que acoge a un niño como éste
en mi nombre me acoge a mí.” Hablaba en la homilía que esa acogida de los
pequeños, los vulnerables, debería ser el signo distintivo de la comunidad
cristiana. Que ahí nos jugamos acoger al mismo Jesús. Y ponía como ejemplo un
caso que me comentaron las voluntarias de Cáritas. Una mujer gitana que se ha
quedado viuda con 7 hijos. Acaba de llegar al barrio. Vino diciendo que el piso
en el que vive no tiene nada. Que estaban durmiendo en el suelo con unas
mantas. Después de visitarles se dieron cuenta que era verdad, no había nada.
Aproveché para hacer un llamamiento para ver si entre todos podíamos ayudar a
esta familia. Dije que una de las cosas que más se necesita es la lavadora,
pero que es difícil.
Al terminar la misa, me esperan un joven matrimonio de colombianos.
Me dicen que hace tiempo que no vienen pero que lo que han escuchado en el
evangelio de hoy les ha sacudido mucho. Dicen que tienen una lavadora en venta
porque está casi nueva, pero que al decir lo de la lavadora, se han mirado los
dos y sin necesidad de decir nada la ofrecen para esta familia.
Después de la lavadora han venido bastantes cosas más.
Antonio Cano, fc
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