Mi primera
palabra es agradecimiento. En medio de un mundo lleno de misterios, agradezco el don de la vida que me
transmitieron mis padres. Agradezco
a todos aquellos que me acompañaron en este peregrinar de la vida. Miro a María,
la Madre de Dios, esta mujer totalmente agradecida, es decir llena de la gracia
de Dios. Como otros están llenos de su yo, de sus éxitos o de sus fracasos (muchas veces inconscientemente)
la Virgen María aparece “llena de la luz
agraciante y serena de Dios.” Gracias, Josep
María Rovira Belloso por tu meditación del relato de la Anunciación.
Cuando
doy las gracias a mis padres, recuerdo el lugar sagrado donde de jóvenes, se
citaban cada día después del trabajo, en la misma estación de tren de San Lázaro,
en el corazón de París. Para mi aparecen muchos lugares sagrados que me llevan
a la oración y adoración del Dios del evangelio. ¡Valoro todos los lugares de
encuentro y especialmente las estaciones de tren!
En esta vida, desde hace muchos años voy de sorpresa en sorpresa. La sorpresa de
muchos encuentros inesperados. La sorpresa
de salir de momentos de desesperación pero curiosamente sin perder la ilusión.
La sorpresa de haber encontrado una
iglesia pobre y de los pobres. La sorpresa
del Concilio Vaticano II, la sorpresa
de la amistad con un obispo tan cercano como Alberto Iniesta. La sorpresa del papa Francisco que nos
habla desde el evangelio con una sencillez entrañable. La sorpresa de encontrar a muchos amigos en el vestíbulo de la
estación de Atocha. Para mí es un lugar sagrado donde se me han confiado muchas
penas y muchas alegrías. La sorpresa
de la alegría inexplicable en las calles de Lourdes. La sorpresa de una sencilla fiesta parroquial donde cada uno da lo
mejor de si mismo, y podría seguir.
Hago mías estas palabras de
Julio Lois, “uno llega a ser lo que se
ama.” Si amo a Dios con todo mi corazón, algo de Dios penetra en mi ser. Si amo a Jesús y su evangelio, su palabra penetra
en mí incluso en lo inconsciente. Si amo
a la gente de mi barrio, recibo de ellos unos pedazos de bondad, de cariño y
ellos me acercan a este Dios de Jesús, aunque no lo sepan. Dejándose
sorprender, valorando los encuentros, uno se hace, creo yo, mucho más humilde. El lugar donde uno vive llega a ser una
tierra sagrada y así se multiplican los senderos de peregrinación. Unos caminos que nos conducen hacia la fuente que
refresca y que es Dios. Así se vive de
otra manera la vida cotidiana.
Una oración que pacifica e ilumina la vida diaria. Una oración que va a purificar mi psicología
con sus heridas y malformaciones. Tenemos grandes ejemplos: Teresa de Jesús, la
pequeña Teresita de Lisieux. La palara “éxito” no aparece en los Evangelios.
Hoy en día en Europa los cristianos
somos minoritarios. Pero los creyentes que viven en grandes ciudades de Asia (Tokio,
Shanghái, Nueva Delhi…) son bien conscientes de ello. La historia del cristianismo
es una historia más bien pequeña pero imprescindible. Si quieres participar en
la redención del mundo, tienes que aceptar el dolor, el desasimiento de ti
mismo, el Camino de la Cruz. Entrar en el Misterio de la fe es aceptar nuestra impotencia,
vaciarnos de nuestro ego, solo Dios sabe. Confiamos y así entramos cada día en
esa gran peregrinación del mundo
hacia el Reino de Dios. “Solo Dios basta” nos dice Teresa de Jesús.
Pepe Rodier, fc
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