DÍA DEL CORPUS CHRISTI

En la Eucaristía, se unen lo divino y lo humano.

Sermón en Olivet (no datado)

Un obrero cuya vida ha sido una vida de trabajo y de privaciones, me decía con gran paz en el momento de su muerte: “Me voy tranquilo, porque al menos dejo pan para mis hijos”.
 Ah! Jesús Salvador, mañana en el momento de morir  en la Cruz y, sobre todo, dentro 40 días, cuando resucitado, volváis al cielo, podréis también dar el mismo testimonio: “Me voy tranquilo porque he dejado pan a mis hijos”. Si, la eucaristía es el pan del exilio ¡y qué pan! Pan vivo, pan bajado del cielo, pan que da la vida eterna a quienes lo comen…

Incluso estando presente, Dios tiene el poder de ocultarse a nuestros sentidos... Sobre la Cruz, la divinidad estaba oculta, pero estaba allí, era ella la que perdonaba al buen ladrón y le prometía el paraíso ese mismo día. En la Eucaristía, no es solo la divinidad la que se oculta, también la humanidad…, pero de igual modo que la divinidad estaba con la humanidad en la Cruz, también están las dos en la Eucaristía.  


Esto es mi cuerpo, es el cuerpo de Jesús el que ahí está, pero no un cuerpo ideal sino su verdadero cuerpo. Instituyendo el divino sacramento, dijo: “Esto es mi cuerpo que será entregado por vosotros”. Por lo tanto, se trataba del cuerpo que debía ser flagelado, coronado de espinas y crucificado, y cuando Jesús hablaba, ese cuerpo estaba vivo, y también lo estaba en el sacramento de su amor. Y ahora, cuando el pan se transforma en el cuerpo de Jesucristo, se trata de su cuerpo tal y como existe, es decir, vivo, resucitado, glorioso e inmortal, porque Cristo resucitado ya no muere…

EMILIO ANIZAN