TESTIMONIO DE ANTONIO PUBLICADO EN LA WEB ACOMPASANDO DE LAS MISIONERAS CLARETIANAS.
Mi nombre es Antonio,
tengo 38 años. Hace más de 20 años conocí
a los Hijos de la Caridad, tras un tiempo en búsqueda. Fui a un encuentro
vocacional que fue un gran éxito, solo participé yo y me quedé. Al conocer a
los Hijos supe enseguida que era mi lugar.
Nuestra vocación es la
evangelización de los barrios populares. Vivimos en comunidad y solemos llevar
la parroquia del barrio, junto a otras obras de tipo social. Desde hace 2 años
soy vicario parroquial en la parroquia de San Rafael, en el barrio de la
Alhóndiga de Getafe, junto con Norberto y Pepe.
Jeremías (Jer 1, 11-12) eligió una rama de almendro para expresar su vocación… ¿qué imagen elegirías tú para expresar la tuya?
Jeremías (Jer 1, 11-12) eligió una rama de almendro para expresar su vocación… ¿qué imagen elegirías tú para expresar la tuya?
La imagen que elegiría es la del canal o el cauce para
llevar el agua de un lugar a otro. Me gustaría que mi vida fuera como ese canal
que lleva el agua de Dios a los sedientos. Ser cauce, instrumento de la
misericordia de Dios por su pueblo. Mi vocación parte de la experiencia de la
compasión de Jesús por ese pueblo abatido y cansado “como ovejas sin pastor.” ¡Y
hoy hay tantas!
Toda vocación es un éxodo, dice el Papa Francisco en su mensaje para la jornada Mundial de Oración por las vocaciones… ¿de dónde tienes que salir tú cada día para vivir tu vocación?
La vida del creyente es un éxodo permanente. La
dinámica del pecado nos pretende encerrar en nosotros mismos, convertirnos en
el centro, en la referencia de todo. Y la experiencia de Dios nos permite
liberarnos de esta tendencia que nos encierra y nos hace salir de nosotros
mismos para que Otro sea el centro. Cuando le preguntas a Dios “Señor, ¿qué
quieres de mí?” es un primer éxodo en el que descubres que el camino que Dios
sueña para ti es el camino de la felicidad. Tras este primer éxodo que orienta
la vida entera, viene el éxodo cotidiano, esa lucha permanente por dejar que de
verdad Él sea el protagonista de tu vida. Otro éxodo importante es el que exige
la fraternidad. Al vivir en una pequeña comunidad este salir de ti para
posibilitar la fraternidad es muy exigente.
Más allá de tu vocación específica, tu estado de vida…
¿qué significa para ti “sal a darlo todo?”
Para mí este lema que se ha elegido es muy
significativo. Cuando tenía 17 años y tras enamorarme de Jesús, una noche en la
intimidad de mi cuarto le pregunté a Dios: ¿Qué quieres de mí? Y escuché
“TODO”. Me asusté mucho, no sabía que significaba aquello. Después fui
descubriendo que ese todo se concretaba en la vida religiosa, en los votos de
pobreza, castidad y obediencia. Desde esa experiencia de totalidad, sigo
descubriendo que se trata de darlo todo, de no quedarnos nada para nosotros,
porque se estropeará. Todo es don de Dios y lo nuestro es devolverlo
especialmente al servicio de los pobres.
¿Qué es para ti la santidad? ¿Cómo explicarías tú la llamada a la santidad
hoy a un joven?
Si me hubieras preguntado
hace unos años te hubiera respondido que el santo es una especie de superman
que lo entrega todo. Pero con el paso del tiempo me voy dando cuenta que en el
tema de la santidad no importa tanto lo que se hace sino como se hace. El santo
es aquel que hace las cosas con gratuidad y con humildad. El que su vida
recuerda algo de la vida de Jesús “que se despojó de su rango, tomó la
condición de esclavo, pasando por uno de tantos.” (Filp. 2, 7) Y esto sólo se
puede hacer si tu vida está realmente cogida por Dios, si Él es el
protagonista.