Esta es la historia de un pequeño
grupo de religiosos y pastores. 50 años de una fidelidad apasionada y fecunda.
Fidelidad apasionada, porque alimentada por tres pasiones: Jesucristo, el
pueblo pobre y trabajador y los hermanos.
Nos llamamos Hijos de la Caridad.
Discípulos de Emilio Anizan (1853-1928), fundador en 1918, en Francia, de una
congregación religiosa para vivir del amor de Dios y anunciarlo a las
muchedumbres “abandonadas y sin pastor” de los barrios populares. Al cumplir 50
años de existencia en España, hemos sentido la necesidad de visitar juntos esta
historia, para dar gracias a Dios por ella y mirar al futuro con confianza y
creatividad. Fidelidad fecunda, porque hemos sido testigos admirados de la
inmensa riqueza de fe, de caridad, de esperanza que el Espíritu genera en el
seno de los pequeños y los sencillos. Testigos, igualmente, de cómo ese
Espíritu trabaja en el seno de la Iglesia de Cristo: hombres, mujeres, jóvenes
y niños, sacerdotes, religiosas. Nuestra historia se funde con la de cientos,
miles, de testigos que, de multitud de maneras han reflejado y reflejan con sus
vidas la luz de Cristo en medio del mundo. Estas páginas son, por eso también,
un homenaje agradecido a la Iglesia y a la humanidad que llevamos en nuestras
entrañas.
Hemos querido mostrar lo
esencial, a través de cuatro grandes etapas cronológicas, pero que, al mismo
tiempo, constituyen “tiempos pastorales y espirituales” con cierta
personalidad. Como ocurre con la energía, en la historia nada se pierde. Por
eso, encontramos siempre, quizás vivido y expresado de otra manera, convicciones
y amores acumulados, mezclados con novedades que vienen a enriquecer el
conjunto. Todo ello atravesado por un hilo conductor que dirige nuestras vidas:
el amor a Dios y el amor pastoral al pueblo trabajador, especialmente a los más
heridos. Nuestro fundador lo expresaba diciendo: “tengo el mal de Dios”, “tengo
el mal del ministerio del pueblo”. Si tú que las lees has participado en algún
momento en esta historia, esperamos que te reconozcas en ellas y des con
nosotros gracias a Dios. Si las descubres, ojalá este relato pueda hacer brotar
en ti el interés y la confianza.