MEDITACIÓN DEL P. ANIZAN SOBRE EL ESPÍRITU SANTO: 

Las pruebas no han debilitado nuestros deseos, no han cambiado nuestra vocación y no son un obstáculo para Dios.
Ofrezcámonos al Espíritu Santo que ha forjado los primeros apóstoles y les ha abierto un campo de apostolado que parecía bien cerrado. Dios también nos lo abrirá a nosotros.
En otro tiempo, presuntuoso de mí, pude ilusionarme imaginándome que llegaría a la meta que se había iluminado ante mis ojos, y que tan ardientemente deseaba alcanzar.
Pensaba ver siempre, querer siempre, poder siempre.
Hoy he cambiado. Es Espíritu Santo me ha hecho ver las verdades que han pasado ante mis ojos, y siento mis limitaciones, primero para conservar y aumentar esas luces, y después para actuar en consecuencia en mi vida.
¿Dónde encontraré ayuda?
En el Espíritu Santo que trabaja en nosotros. Él es quien opera en nosotros la gracia, las virtudes y los dones. Sólo por sus dones puedo esperar avanzar en la santidad.
Pedid al Espíritu Santo que aumente su amor en vosotros. Es imposible pedirle insistentemente esta gracia y no obtenerla.
Los apóstoles tenían ante ellos la vida de oración de su maestro. Pero los tres primeros, incluso San Juan, que debían ser los más fervientes, también se dormían en las vigilias de oración de Jesús.
El día del Tabor, la noche de la Cena, cuando Nuestro Señor oraba, los apóstoles dormían.
¿Quién logró transformarles? El Espíritu Santo.